martes, 18 de enero de 2011

Vampiros psíquicos.-


¿Nunca has experimentado que la presencia de alguien te corta el aliento? Si es así, posiblemente fuiste víctima de vampirismo psíquico.

Un sistema del aura poco desarrollado y con recursos energéticos deficientes tiende a crear un patrón de comportamiento de adaptación, que suele invadir el sistema del aura de otras personas y absorber su energía.

Este fenómeno se llama vampirismo psíquico y tiene como resultado un aumento en las reservas de energía del vampiro psíquico y el desgaste o agotamiento energético de la otra persona.

A pesar de que una interacción “vampírica” dura sólo algunos minutos, los efectos residuales sobre la víctima pueden notarse durante varios días. La falta de energía, los mareos, la tensión muscular, la dificultad de concentración, los dolores de cabeza y las náuseas son algunos de los efectos más comunes sentidos por las víctimas; sin embargo, sucesivos ataques de este tipo pueden producir fatiga crónica, desarreglos del sueño, irritabilidad, depresión e incluso enfermedad física.

Todos hemos estado con personas que parecían dejarnos sin energías, y es muy probable que todos conozcamos individuos que suelen agotar o deprimir a los que tienen a su alrededor. Incluso en un encuentro que dure tan sólo unos minutos, el vampiro psíquico experimentado puede encerrarse dentro de nuestro sistema energético y rápidamente agotar nuestras fuentes de energía. A pesar de que en ese momento no hayamos atribuido nuestro agotamiento energético al vampirismo psíquico, probablemente nos hayamos puesto en guardia inconscientemente frente a sus ataques.

Los vampiros psíquicos presentan una gran variedad de rasgos personales y de patrones de comportamiento. Muchos de ellos adoptan el estereotipo bien conocido de “mosquita muerta” o comportarse de manera halagüeña. A menudo no tienen ningún escrúpulo y se valen de cualquier medio para lograr sus fines. Pueden parecer pasivos y reservados, ocultando cualquier inclinación al vampirismo, pero cuando la ocasión lo requiere pueden ser muy agresivos e incluso intimidatorios; pueden valerse de la vulnerabilidad de la otra persona, esperando el momento oportuno para golpear, o bien pueden manipular a la víctima elegida por medio de regalos o halagos.

En ámbitos laborales suelen ser personas con las que es muy difícil trabajar y cuyo rendimiento es muy dispar; a veces son altamente eficaces y otras totalmente inoperantes. A pesar de los disfraces tras los que se ocultan, los vampiros psíquicos son típicamente inseguros y vulnerables; si bien pueden adoptar un estilo autosuficiente, operan desde una posición de debilidad y no de poder.

No suelen tomar conciencia de ellos mismos, pero son rápidos a la hora de emitir juicios sobre la gente que los rodea. Pese a estar totalmente centrados en ellos mismos y tratar a los demás en forma desconsiderada, a menudo se quejan de que el mundo es injusto con ellos. Sus relaciones personales son típicamente inestables. Puede decirse que muchas de estas personas presentan trastornos de la personalidad, con síntomas tales como inseguridad emocional, dificultad para controlar la ira, baja autoestima, sentimientos de hostilidad reprimidos que estallan esporádicamente.

La interacción “vampírica” puede ser deliberada o espontánea por parte del vampiro, y consensual o no consensual por parte de la víctima. El típico ataque de vampirismo psíquico es espontáneo, por lo tanto, no requiere un esfuerzo consciente para iniciarlo ni para mantenerlo.

En muchas interacciones de este tipo, ni el vampiro ni su víctima son conscientes de que se está produciendo una transferencia de energía de uno al otro. Si bien la víctima suele estar dentro del radio de visión periférica del vampiro, el ataque en sí puede llevarse a cabo incluso sin contacto ocular con los sujetos.

Una vez que se ha dado cuenta de sus tendencias “vampíricas”, muchos vampiros psíquicos las racionalizan como una forma aceptable de satisfacer sus necesidades energéticas y, por consiguiente, planean sus encuentros absorbentes de energía como cualquier otro evento social.

Contrariamente a lo que sucede con los ataques planeados, los ataques vampíricos ocasionales no implican una interacción social preliminar con la víctima, quien puede haber sido seleccionada tan sólo por estar disponible en ese momento. Un ataque casual no es tan visible como uno planeado, y normalmente la víctima no se entera de lo que está sucediendo. Los resultados, sin embargo, son los mismos: el vampiro sale saciado y la víctima experimenta un agotamiento energético.
A pesar de todo lo dicho, hay que destacar que el vampiro psíquico es el más abundante. Se caracteriza por la absorción de energía vital que realiza a través de la respiración, tanto consciente como inconscientemente. Si hay una característica destacable en el mismo es la agresividad que demuestra, así como el intento de dominio absoluto sobre otros seres. No obstante, existen protecciones llamadas “corazas psíquicas”, que consisten en visualizar desde nuestra frente una especie de hilo energético que envuelve el organismo con el fin de evitar la amenaza exterior. Estos vampiros, al contrario que los vampiros reales o de leyenda, carecen de dientes afilados. Aparentemente son personas normales y corrientes, aunque con una desagradable particularidad: después de estar un rato con ellas percibimos una especie de raro agotamiento general y una merma evidente de nuestras capacidades intelectuales. Estas personas se habrán llevado buena parte de nuestra energía psíquica, que poco después emplearán en provecho propio. Sin duda todos nosotros, en algún momento, habremos sufrido una experiencia semejante, sea por un hermano, amante, pariente o amigo. No importa el tiempo que pase con uno de ellos, usted sabrá que es uno cuando se sienta débil y cansado mientras mantiene conversación con él. Aproximadamente, el 30% de estos vampiros actúan inconscientemente sin saber lo que están haciendo realmente en ese momento. De todas formas, aunque se diga que pueden actuar inconscientemente, el otro 70% sabe de sobra de lo que son capaces, aunque desconozcan la misteriosa manera que emplean. Sencillamente, cuando notan que sus baterías psíquicas flojean, conectan una “manguera invisible” a nuestro acumulador y chupan del bote. También significa que semejante individuo puede agotar pensamientos, emociones, fuerza de vida, reserva mental y fuerzas físicas. Ellos disfrutan de la caza y aman el desafío cuando la víctima se siente amenazada y quiere impedirle lo que va a hacer. Es entonces cuando comienza una batalla mental, pero sin haber ningún tipo de magia por medio. Proyecta su energía mental simplemente de forma astral, es decir,  controlando el Estado Astral y el Cuerpo Astral (hablando de "astral" nos referimos al alma, el espíritu). Hay también excepciones a estos vampiros. Algunos sólo quitan una cantidad pequeña de energía, ya que si no su víctima  se daría cuenta de lo que está haciendo realmente. Sobretodo si la víctima es débil, disminuido mental o padece algún tipo de enfermedad también mental o física, la alimentación de su poca energía podría llevarla directamente a la muerte. El vampiro psíquico intenta ganar con ello su inmortalidad, juntando toda la energía que roba a sus víctimas para asegurar la supervivencia de la fuerza de su cuerpo astral después de producirse su muerte física.

1 comentario:

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