martes, 18 de enero de 2011

La glándula Pituitaria y el Tercer ojo.-



 La glándula Pituitaria, también llamada hipófisis, es muy pequeña y está ubicada en el centro de la cabeza, debajo del cerebro y es la más compleja del cuerpo.

Se la relaciona con el Ajna Chakra o Chakra frontal, (tercer ojo), pues este es el centro de energía a través del cual podemos encontrarnos con nuestro sabio interno, conectarnos con nuestro aspecto intuitivo y positivo, serenar nuestra mente, aprender a llevar una vida mejor, más sana y con mayor paz interior, ya que ayuda a regular todos los ritmos energéticos de nuestro ser.

 La hipófisis regula el funcionamiento de todas las demás glándulas. Se la puede considerar la reina, la encargada de dirigir la orquesta endocrina. Funciona como un complejísimo laboratorio químico compactado que recibe las órdenes del hipotálamo, del cual cuelga. Su función es supervisar a las demás glándulas a fin que secreten únicamente la cantidad exacta de hormonas necesarias para el organismo. Secreta además sus propias hormonas, que van a influir en la acción de casi todo el organismo, permitiendo a la persona llevar una vida normal o también produciendo enfermedades de la más amplia gama.
Entre las hormonas que produce, la oxitocina, es la que permite iniciar las contracciones de la matriz; sin ella no podría producirse el parto. La tirotrópica, por su parte, gobierna la glándula tiroides, ubicada debajo del cuello. ¿Qué pasaría si su producción no estuviera regulada por el hipotálamo? Muy simple, en exceso, aumentaría desmedidamente el apetito de la persona pero esta sería cada vez más delgada. En escasez, produciría pereza , exceso de peso y hasta retraso mental.
En el aparato reproductor, las hormonas de la hipófisis son las encargadas de la producción de espermatozoides y óvulos, de modo que de ellas depende la fertilidad. Pero aquella que actúa en más sitios en el organismo, es la hormona del crecimiento. Influye en el crecimiento óseo, en la formación de nuevo tejido cuando hay por ejemplo una fractura, y en la cicatrización. La lipotropina, otra de las hormonas producidas, es la que regula los depósitos de grasa en el cuerpo y controla también ciertas enfermedades llevando la grasa sólida al hígado y transformándola en energía.
Cuando el funcionamiento de está glándula no es adecuado, las células aumentan su producción desmedidamente y puede producirse un aumento desproporcionado del tamaño de una persona o de alguna parte de ella, o una maduración de cinco óvulos al mismo tiempo, provocando embarazos múltiples, e incluso un cáncer, ya que este se caracteriza por la reproducción descontrolada de las células enfermas.
Si bien la hipófisis está muy protegida por encontrarse en la cavidad del hueso esfenoides, es posible que se lesione. Las consecuencias pueden ser desastrosas: por ejemplo, puede disminuir la producción de la hormona antidiurética que actúa como freno sobre los riñones, y el organismo liberaría litros de orina diaria hasta deshidratarse. También son comunes los tumores es esta glándula. Si dicho tumor obligara a la hipófisis a producir por ejemplo demasiada hormona adrenocórticotrópica, que regula la actividad hormonal de las glándulas suprarrenales ubicadas sobre los riñones, podría traer como consecuencia bolsas de grasa en cuello, espalda y abdomen, las piernas se pondrían demasiado delgadas, aumentaría la tensión arterial y la libido desaparecería. Los huesos perderían calcio y las vértebras se aplastarían, y el corazón debería hacer un esfuerzo tremendo hasta rendirse.
Es así que calladamente y en forma imperceptible cada día la hipófisis cumple con su función dentro de nuestro cuerpo. ¿Podemos ayudarla? Sí. Al meditar o hacer ejercicios de interiorización a través del llamado "tercer ojo", estamos ayudando nada más ni nada menos que a armonizar la energía de esta glándula tan importante para nuestra vida y a optimizar su funcionamiento. Así como el descanso proporcionado por el sueño revitaliza nuestras fuerzas permitiéndonos recomenzar cada día, la relajación consciente influye directamente sobre todas nuestras funciones corporales, en este caso las de la hipófisis. El hecho de meditar o relajarnos, repercutirá sin duda en un mejoramiento total de la salud y en una necesidad de incrementar los momentos del día en que podemos utilizar estos recursos.
Espero que tanto para quienes creen en esto último como para los descreídos, al ver las cosas presentadas desde este ángulo más científico, se sientan atraídos por la necesidad de buscar la paz interior a través de un trabajo personal que los llevará sin duda, hacia el camino del equilibrio interno y externo.Los egipcios se servían de él para anticiparse al futuro, los hindúes lo consideraban la llave de la iluminación y los, aztecas intentaban despertarlo para obtener una visión directa de lo invisible. Lo cierto es que el tercer ojo fue considerado el "órgano del alma" en numerosas civilizaciones ya extinguidas y que todas ellas coincidieron en ubicarlo en el entrecejo, sobre la frente.
Durante años, el tercer ojo fue incluido en el terreno de lo mítico, pero en la actualidad la ciencia cree haber establecido una conexión entre él y la glándula pineal, un órgano de función desconocida que todos los seres humanos poseemos, casi oculto entre la masa encefálico.
El esoterismo y la parapsicología insisten en señalar al tercer ojo como el responsable de la telepatía y la visión extrasensorial. Aseguran, además, que si bien los místicos y los niños pequeños son quienes tienen mayores posibilidades de utilizarlo, todos podemos despertar su poder con un poco de práctica, para abrimos así al maravilloso universo de la intuición.


MILENARIAS TEORIAS SOBRE EL OJO SAGRADO


Se cree que en el Paleolítico los seres humanos conocían la existencia del tercer ojo, ya que se han encontrado en diversos puntos del planeta antiguos cráneos que habían sido trepanados en la frente y en la coronilla: una práctica bastante habitual en el centro de Europa y en la AméricaPrecolombina, cuyo fin era "abrir" un ojo artificial, en el lugar exacto en donde debía ubicarse el verdadero ojo sagrado.
Pero la teoría esotérica más antigua sobre el tercer ojo la encontramos recién en Egipto. Para los egipcios sólo 1 los faraones poseían este órgano de visión extrasensorial, al que llamaron el ojo de Horus. En muchas de sus pinturas sagradas, lo representaron como un triple ojo, símbolo de la trinidad ocultista de] dios Tot. Y también en numerosos sarcófagos, estatuas y en los relatos del "Libro oculto de la morada" (la gran obra religiosa de los habitantes del Nilo) el tercer ojo aparecía asociado a una serpiente, ya que este animal, enrollado en espiral sobre la frente de un iniciado, permitía leer el destino.
La otra civilización que se ocupó de la existencia del tercer ojo fue la hindú. Los lamas tibetanos, en su intento por lograr el desarrollo interior a través de la capacidad de la mente, consideraban el tercer ojo como un punto de proyección hacia la conciencia cósmica. Asociaban este sitio con el sexto chakra (uno de los centros superiores de energía del cuerpo humano, situado entre ambas cejas), adjudicándole las funciones de aguzar la intuición y de permitirle al hombre el éxtasis.
Casi todas las técnicas para---abrir`el tercer ojo son herencia de los monjes del Tibet. Meditar, llevando toda la atención al entrecejo es una de ellas, así como concentrarse en la observación de cristales (que reflejan la luz tal como el tercer ojo multiplica la Verdad), ya sea cristal de roca, una bola de cristal o incluso un cuenco de agua cristalina. La trepanación también era habitual entre los lamas orientales para ayudar al florecimiento de este poder intuitivo, aunque en la actualidad se considera que esta práctica es muy peligrosa, ya que una persona que no esté preparada para ver el futuro, distinguir el aura humana o realizar viajes astrales, corre el riesgo de enloquecer.
Cuando un lama iba a ser trepanado, permanecía a oscuras un día entero, con una compresa de hierbas anestésicas sobre su frente. Al amanecer se lo conducía a otra habitación, en la cual un grupo de lamas le clavaban en el entrecejo un punzón esterilizado, hasta llegar al hueso. Durante 3 semanas, el iniciado permanecía sin comer, con una astilla de madera en su herida. Al finalizar este período se quemaba la astilla con incienso, como ofrenda, luego de lo cual el lama era ya capaz de distinguir el aura de las personas a voluntad.


LA GLANDULA DE LA LUZ


Para los biólogos siglo pasado, la glándula pineal era apenas un órgano atrofiado, que a lo largo de la evolución humana había perdido su función y, utilidad. Pero cuando en 1959 el investigador norteamericano Aaron Lerner relacionó este órgano con la producción de una hormona llamada melatbnina, muchos estudiosos se interesaron en esta glándula y en las legendarias teorías que la vinculaban al tercer ojo. Lo primero que se descubrió fue que la glándula pineal, a pesar de estar ubicada en el centro de la masa encefálica, era casi tan sensible a la luz como la retina: la oscuridad lograba activarla, llevándola a producir mayor cantidad de melatonina, mientras que la luz la mantenía en una especie de letargo.
Como la melatonina es una hormona que interviene en el desarrollo sexual y también en ciertos cuadros depresivos, se pudo comprender entonces por qué en países fríos, donde la luz solar era escasa, la poca estimulación de la glándula pineal ocasionaba una maduración sexual tardía y cuadros depresivos mucho más frecuentes. Pero al mismo tiempo (aunque las estadísticas no se ocupasen de este "detalle") también en los lugares de inviernos rigurosos como el Tibet o Escandinavia los poderes paranormales parecían más frecuentes, a causa de una mayor actividad pineal
Mientras la biología humana realizaha estos descubrimientos, los zoólogos y paleontólogos descubrían que numerosos animales poseen también una glándula semejante a la pineal, la cual está estrechamente relacionada con el instinto de conservación y con el reloj biológico. La novedad que aportaron estas investigaciones fue que tanto los reptiles prehistóricos como las palomas y ciertos peces, percibían -gracias a esta glándula- variaciones en el campo magnético y distinguían además los cambios de intensidad en las ondas ultravioleta, siendo probable que esta percepción les permitiese "ver" realidades que los humanos ni siquiera sospechamos.
Estos datos llevaron a los investigadores a remitirse a las fuentes del budis~ mo, que ya en el siglo V a.c sostenía que el sexto chakra, donde se ubica la glándula pineal, es una ventana hacia la luz divina. Para estos ascetas, el tercer ojo es una especie de "antena cósmica" y su doctrina sostenía que aprendiendo a desbloquear energéticamente este si~ tío cualquier ser humano -según sus propias experiencias personales- podría comunicarse con seres no físicos, leer el pensamiento y visualizar el aura de quienes los rodeaban.
Algunos neurobiólogos de avanzada, convencidos de la verdad biológica que se ocultaba en los preceptos del misticismo, comenzaron a experimentar con animales y luego con seres humanos para determinar si la glándula pineal era o no un órgano atrofiado. Fue así. que, luego de diversas pruebas, el doctor español José Luis Bardasano elaboró en 1971 una tesis fundamental que lleva su nombre.
Según este científico, si bien no se puede afirmar categóricamente que el tercer ojo exista tal como lo describieron los egipcios y los hindúes, sí puede entre las civilizaciones antiguas que rendían culto al tercer ojo.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario